Pensamiento aristocrático
Ah, sí, Francisco Sanguinetti Gallinal, una verdadera joya de la aristocracia del pensamiento, probablemente forjado en alguna extraña alquimia genética entre dos apellidos que suenan como un culebrón decimonónico.
Quizás ahí resida el problema, porque con esa combinación, es probable que el resultado sea precisamente este: un espécimen que ve comunistas hasta en la sombra de un ombú y propone armarse como si estuviéramos en plena Guerra Grande.
Qué mejor ejemplo de los ‘efectos secundarios» de la Coalición Republicana, ese experimento político donde se mezclan ideas, egos y, al parecer, también apellidos, para dar lugar a grandes pensadores que confunden democracia con duelo de frontera.
Porque claramente, el país no necesita desarrollo ni diálogo, sino un ejército de estancieros paranoicos con perros cimarrones y pistolas 9 milímetros, listos para defenderse de hordas imaginarias.
Mientras el resto del mundo avanza, estos herederos del siglo XIX siguen soñando con cuchillas y montes como refugio, por si acaso el ‘enemigo rojo’ decide asaltar sus tranquilos parajes rurales. Y quién sabe, tal vez pronto proponga un manual de resistencia, con capítulos sobre cómo armar barricadas de fardos y emboscar a los carniceros bolcheviques.
Sin duda, un gran aporte a la construcción de un país próspero y civilizado.
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