Escuchar más, hablar menos

Un militante que no escucha es como un tambor vacío: mucho ruido, pero sin profundidad.
La lucha no es un monólogo cargado de soberbia, sino una construcción colectiva, una marcha donde cada paso sigue el ritmo de un grupo unido.
Si alguien decide avanzar hacia un horizonte diferente, sin considerar a sus compañeros, no solo se aleja, sino que arriesga fragmentar el camino compartido y detener el avance colectivo.
¿Cuántas revoluciones se perdieron en el río del individualismo? ¿Cuántos sueños se apagaron porque una voz quiso imponerse sobre el coro común?
Las decisiones no son de uno; son de todos. No se trata de ceder voluntades, sino de construir consensos. Escuchar no significa someterse, sino comprender al otro. Hablar no es imponer una verdad, sino ofrecer un aporte. Cuando creemos que nuestras ideas son infalibles y dejamos de oír a los demás, no hacemos más que levantar muros donde debería haber puentes.
El malestar de los compañeros no es ruido insignificante; es el eco de las voces ignoradas, de los gestos no correspondidos, de los esfuerzos no reconocidos.
La militancia es un proyecto colectivo, un fuego que arde con la fuerza de muchos. Si dejamos que el ego se imponga, no hacemos más que apagar la llama que nos une.
La lucha se alimenta del consenso, y solo en el diálogo constante lograremos construir el futuro que soñamos.
Imagen ChatGPT
0 Comments