En los últimos años, Uruguay vivió un boom de inversiones ganaderas que parecía sacado de un manual de éxito económico: fondos que garantizaban rentabilidades atractivas, miles de inversores apostando al crecimiento del sector y un país que, según se decía, demostraba su estabilidad financiera.Todo funcionaba a la perfección… hasta que dejó de hacerlo. Como si de un castillo de naipes se tratara, el sistema comenzó a desmoronarse poco después de que el Partido Nacional perdiera el gobierno en 2024. Y claro, no faltó quien dijera que esto era simple coincidencia.
El Proyecto Arazatí, promocionado como la solución definitiva para el abastecimiento de agua potable en Montevideo y Canelones, ha desatado polémicas que trascienden lo ambiental y lo económico, invitando a reflexionar sobre las prioridades del actual gobierno.
Al cierre de 2024, Uruguay enfrenta un déficit fiscal similar al de 2019, acompañado de un aumento de la deuda pública que creció más de diez puntos del PIB.
El quinquenio de Luis Lacalle Pou, una época en la que la realidad parecía ser un concepto opcional para el gobierno.
Atención, estudiantes: hoy vamos a analizar cómo la historia, lamentablemente, sigue repitiéndose.