
Arazatí: ¿Un legado hídrico o el «Banco Pan de Azúcar» del presente?

Al cierre de 2024, Uruguay enfrenta un déficit fiscal similar al de 2019, acompañado de un aumento de la deuda pública que creció más de diez puntos del PIB.
A pesar de las promesas de orden y eficiencia, el país sigue gastando más de lo que gana, y hoy la deuda pública alcanza el 60% del PIB, elevándose al 71% si se considera todo el sector público consolidado.
La política uruguaya actual tiene un aire de ironía difícil de ignorar.
Lo que alguna vez fue un feroz duelo entre blancos y colorados, con épicas batallas por el control del país, hoy se ha transformado en un escenario donde el Partido Nacional lidera cómodamente una coalición de derecha, mientras el Partido Colorado se conforma con un papel de segundón.
Ah, sí, Francisco Sanguinetti Gallinal, una verdadera joya de la aristocracia del pensamiento, probablemente forjado en alguna extraña alquimia genética entre dos apellidos que suenan como un culebrón decimonónico.
Quizás ahí resida el problema, porque con esa combinación, es probable que el resultado sea precisamente este: un espécimen que ve comunistas hasta en la sombra de un ombú y propone armarse como si estuviéramos en plena Guerra Grande.
“Transparencia”, una palabra que en Paysandú dejó de existir.
Los docentes deben enseñar a sus alumnos valores como la honestidad y el respeto por lo público. Pero sostener ese discurso es complicado cuando la realidad local grita lo contrario: 35 millones de dólares dilapidados, un déficit de 1.153 millones de pesos y una negativa sistemática a entregar cuentas claras. Esto parece más una serie de Netflix sobre corrupción que una administración pública. Lo peor es que aquí las explicaciones nunca llegan y el show sigue.
En el debate sobre la situación en Venezuela, es necesario analizar los múltiples factores en juego para comprender el conflicto en su totalidad.
Aunque resulta evidente que el régimen de Nicolás Maduro ha vulnerado los principios democráticos mediante la manipulación electoral, la represión de la oposición y la cooptación de las instituciones, esta crisis política no puede explicarse únicamente como una lucha por la democracia.